La trampa de la perfección

Qué placer haberme amigado con la idea de que la perfección no existe. De hecho, mientras escribo estas palabras, naturalmente suspiro de alivio.
Librería

Uno de los grandes placeres de la vida —o, puntualmente, de la mía— es entrar en una librería. Abro la puerta y siento cómo el perfume de los libros embriaga mis sentidos. Freno y me tomo unos segundos antes de emprender mi camino hacia los estantes.