Librería
- Silvie
- abril 27, 2025
Uno de los grandes placeres de la vida —o, puntualmente, de la mía— es entrar en una librería. Abro la puerta y siento cómo el perfume de los libros embriaga mis sentidos. Freno y me tomo unos segundos antes de emprender mi camino hacia los estantes. Respiro profundo el aroma a papel y tinta que se desprende de las bibliotecas. A veces, el perfume se mezcla con el de los clientes y ahí es cuando juego y construyo un guion de la vida de cada uno de ellos. Un guion propio, fruto de mi imaginación. Trato de identificar cuál es la búsqueda de cada lector, ya que, para mí, ir a una librería es estar en una búsqueda constante.
Borges decía que, de todos los instrumentos del hombre, el más asombroso era, sin dudas, el libro. Hacía referencia a él como “ese instrumento sin el cual no puedo imaginar mi vida, y que no es menos íntimo para mí que las manos o que los ojos”. Decía que los libros eran “extensiones de la memoria y la imaginación, laberintos de ideas y espejos que reflejan el pensamiento, invitando a la aventura intelectual y a la exploración del conocimiento”. No puedo estar más de acuerdo.
Yo estoy en una constante búsqueda, o mejor dicho, en varias a la vez. Como cuando abrís el navegador de internet y vas desplegando distintas pestañas en simultáneo. En una, buscás las últimas noticias; en otra, cotizás un vuelo para las próximas vacaciones; y, en una tercera, chequeás tu correo. Ojo, que a veces puede ser un problema estar en varias búsquedas a la vez.
Una vez dentro de la librería, dibujo una ruta que me permita visitar cada rinconcito del espacio (no vaya a ser que me pierda algún libro que tenga las respuestas que estoy buscando). A diferencia del GPS del auto, al que le pido que me lleve lo más rápido posible del punto A al B, en este caso no quiero atajos: quiero un recorrido bien largo para disfrutar de los paisajes y colores que ofrecen los libros.
Arranco en la sección de novedades. Libros que fueron elegidos en los últimos meses, ya sea por una buena campaña de publicidad o porque cuentan una gran historia. A decir verdad, no suelo elegir libros de esta sección, de la misma forma que no visto con el color de tendencia. Para mí, los libros no son una moda ni una novedad: los libros son eternos y no hay un momento determinado para disfrutarlos.
Sigo mi camino y aterrizo sin escalas en la sección de autoayuda. La verdad es que nunca me gustó esta denominación. Prefiero llamarla “sección para aprender a vivir mejor, lidiar con el estrés, vivir el presente, disfrutar, agradecer, gestionar la angustia, la ansiedad y convivir con la idea de la muerte”. Acá me detengo y hago lo que en el mundo del automovilismo llaman “pit stop”: parada que se hace durante una carrera para reposar, cambiar neumáticos o realizar reparaciones. Si reemplazo la palabra “neumáticos” por “pensamientos”, la definición me viene como anillo al dedo. Coqueteo con obras de filósofos, psicoanalistas, monjes, médicos, conferencistas, maestros de yoga y un sinfín de autores que tienen un secreto que develar: la fórmula que promete aliviar la existencia.
Ya casi llegando al último tramo de la ruta, voy en busca de las novelas. Reviso las últimas obras de mis autores favoritos y, a veces, incursiono en nuevos escritores, ya sea por recomendación o intuición. Leo la contraportada del libro para ver si la historia de los protagonistas resuena con mi búsqueda. De ser así, sumo el libro a la pila que vengo acarreando desde hace un rato y sigo caminando.
Llegando al final del recorrido, me tomo unos minutos para descansar. Me siento en el piso con los libros en brazos y los miro uno a uno a la cara. En realidad, estoy esperando que susurren: “Sí, soy yo. Llevame, que tengo todas las respuestas que estás buscando”. Si bien esto no pasa en sentido literal, me gusta pensar que son los libros los que nos encuentran a nosotros (y no al revés). Conforme con mi elección, me dirijo a la caja y salgo de la librería ansiosa por ubicar mis nuevas conquistas en la biblioteca.
Una vez escuché decir que leer es como vivir varias vidas a la vez, y eso me cambió por completo. Leer me transporta a otros tiempos, a otras vidas; me permite ver el mundo a través de otros ojos y jugar a ser alguien que no soy. En muchos casos me siento identificada con los protagonistas, pero, por sobre todo, aliviada al descubrir que ellos también batallan una guerra silenciosa de la que nadie sabe.
Es por esto, y mucho más, que encuentro a la lectura verdaderamente apasionante.
Silvie