Yo pensaba que significaba algo
- Silvie
- abril 27, 2025
Hoy, a mis 40 años, releo este texto que escribí a los 26 y no puedo evitar sonreír.
Lo escribí en un momento de búsqueda, de preguntas sin respuestas, de citas, ilusiones y desencantos. Hoy mi vida es muy distinta —estoy casada, más serena, más segura—, pero decidí compartirlo tal como fue, sin cambiarle el alma.
Porque también soy esa que preguntaba, que soñaba y que se negaba a conformarse.
Y porque, en el fondo, todos los caminos que recorrimos forman parte de quienes somos hoy.
Me daba besos en la frente, en los ojos, y me hacía caminar del lado de adentro de la vereda. Yo pensaba que significaba algo. Escribía poemas, quería saber mucho acerca de mí y me prometía cenas caseras maridadas con vinilos de Rod Stewart. Yo pensaba que significaba algo.
En uno de esos programas de TV para mujeres —y en varios libros dedicados a interpretar gestos y traducirlos en sentimientos— entendí que, cuando un hombre te besa en la frente, es porque te quiere de verdad. Un beso en la frente es sincero, viene del corazón. O cuando un hombre te mira a los ojos, te toma de las manos y dice algo como: “Sos flor de mujer”, es porque te quiere bien.
Ahora me pregunto: ¿qué es querer “de verdad”? ¿Qué significa querer “bien”? Por favor, que alguien me explique, porque a mis veintilargos sigo sin entenderlo.
Llevo más de diez años conociendo e interactuando con distintos tipos de hombres. Me crucé con especies de una variedad importante. Me tomé el tiempo de segmentarlos por raza, religión y color, resaltando cuidadosamente en un rojo sangriento las especies más peligrosas, aquellas que deberían tener un cartel de “Cuidado” o “Manténgase alejado”.
Y aun así, sigo saliendo lastimada, decepcionada… o bien consultando con la PFA (Policía Federal Argentina) por los desaparecidos del mes.
¿Qué pasa con toda esa experiencia que acumulamos durante tantos años? ¿En qué parte de nuestro cerebro se encuentra? ¿Hay una contraseña que nos permita acceder a ese disco rígido?
¿Será que, en cuestiones del amor, toda teoría y conocimiento previo se desvanece y estamos dispuestas a probar “desde cero” una y otra vez? ¿Será que el doctor Amor no lleva una historia clínica de nuestras dolencias pasadas?
¿Podríamos decir que el amor es una especie de “vale todo”?
Muchas preguntas, ni una respuesta.
Solo me queda citar a nuestra queridísima Charlotte York, uno de los personajes más adorables de Sex and The City, cuando, sentada en un café con sus tres incondicionales amigas, dice:
“I’ve been dating since I was fifteen. I’m exhausted. Where is he?”
EL OTRO LADO DE LA MONEDA
Hay otros hombres que aparecen en nuestras vidas, ya sea casualmente o por presentaciones, y no resultan ser del todo nuestro “tipo”. Pero son ellos los que llaman, nos buscan, nos cuentan, nos preguntan, y no tienen miedo de responder.
Hombres que confiesan estar buscando una relación, que quieren compartir su vida con alguien, que están abiertos al compromiso o, por lo menos, dispuestos a intentarlo.
En una ocasión, había pactado una segunda cita con un hombre de estas características. Luego del primer encuentro, no logró causarme ese “no sé qué”, pero igualmente decidí darle una segunda oportunidad. Así que, cuando pocos días después del primer café me llamó para invitarme a cenar, acepté. La cita era un miércoles.
Desde el lunes anterior —el día que acepté—, estuve con un nudo en el estómago. A veces eran náuseas, otras veces un dolor de panza. Cada vez que recordaba que tenía esa cita en mi agenda, mi cara se fruncía como cuando olemos algo desagradable.
Mi cuerpo hablaba, y yo decidí escucharlo.
El miércoles por la mañana me desperté con náuseas, dolor de panza y un principio de ataque de pánico. Llamé a una amiga desde el baño y, entre lágrimas desesperadas, le conté lo que me estaba pasando. Juntas llegamos rápidamente a la conclusión de que no debía salir, que no debía presionarme. Más aún, si la situación me generaba todo esto. Y así fue. Decidí escuchar a mi cuerpo, y creo que fue lo más sabio que pude haber hecho. Le escribí pidiéndole disculpas y adjudicando una falsa gripe.
¿Acaso debo estar con un hombre que no me guste, pero quiera una relación?
¿O conformarme con alguien con quien no tengo química, solo por tener una estabilidad asegurada? No. Nunca. Yo quiero todo.
Y, para no romper la tradición, paso a citar a mi personaje favorito de Sex and the City, la señorita Carrie Bradshaw, quien siempre logra poner en palabras perfectas lo que siento:
“Some people are settling down, some people are settling, and some people refuse to settle for anything less than butterflies.”
Aclaración
A los que no entienden inglés, pido disculpas, pero no voy a traducir las frases.
No solo porque no tienen el mismo significado que en su idioma original, sino porque pierden todo su encanto.
Por eso tampoco me gustan las películas dobladas.
Silvie